HISTORIA DE VIDA

La ciudad de Pitalito es el lugar preferente de muchas familias que llegan atraías por el excelente clima, el movimiento comercial y la amabilidad de sus gentes.

Muchas esperan conseguir un trabajo en qué ocuparse para ganar el sustento, pero la falta de oportunidades los lleva a ingeniar alternativas que poco a poco se convierten en medio de vida.

Eso le sucedió José Elías Narváez, un campesino que llegó a Pitalito hace 14 años, en busca de mejores oportunidades para su vida. Paseó por todas partes buscando un trabajo seguro, pero se encontró con la dificultad de no contar con los conocimientos académicos suficientes para desempeñar un cargo.

Siempre se ocupó en labores como ayudante de albañilería, bracero, arreglo de jardines, y otros trabajos menores que no le producían ni estabilidad, ni el dinero suficiente para atender sus necesidades.

De esta manera se aventuró a salir de madrugada a la calle a vender tinto, empanadas y buñuelos a los trasnochadores, trabajo que le empezó a generar unos recursos que le dan para vivir dignamente.

“Me aventuré a vender tinto en termos, y en esto llevo 14 años, lo hago con orgullo, porque es un medio para uno ganarse la vida dignamente, y con el producido diario puedo atender las necesidades de mi familia, tengo 3 hijos, ellos estudian en el colegio y vivimos bien gracias a Dios. Me ha dado para comprar mi casita y mire, que cuando uno quiere, puede y este es un ejemplo para muchos que dicen que no hay nada que hacer”, afirma el señor Narváez.

En la actualidad, son muchas las personas, sobre todo mujeres cabeza de familia que derivan su sustento de la venta de tintos en la calle. Tienen su propia clientela que defienden el sabor y la calidad de tinto que preparan.

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