Mi comentario

Rubén Ordóñez Ortega

El actual Congreso de Colombia, con sus dos componentes Senado y Cámara de Representantes, que constituyen el poder legislativo, se desmorona constante y progresivamente, sin saberse cuándo terminará la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía de desmontar ladrillo por ladrillo este maltrecho edificio de nuestra democracia.

Hoy, 55 parlamentarios investigados y cerca de 30 están detenidos y algunos de ellos condenados por cuenta de sus nexos de toda índole (políticos, económicos, contratos, etc.) con la parapolítica. Y eso que faltan las vinculaciones pecaminosas con su supuesta antítesis, la llamada Facpolítica, de la cual empezó el destape la influyente revista Semana donde hay enredados parlamentarios y gobernador huilense.

Para tratar de atajar esta avalancha peor que las del río Páez, el gobierno como impulsor y el Congreso aprueban una reforma política a toda carrera, creyendo ingenuamente que con ello van a atajar el desplome del parlamento invadido de corrupción, parapolítica y farcpolítica. Con toda razón, cuando se les pregunta a los colombianos en las encuestas sobre el prestigio de las entidades públicas, ponen de última al Congreso.

¿Pero (uno se pregunta) si nosotros los colombianos elegimos a esos senadores y representantes, porqué nos equivocamos de manera tan desastrosa, existiendo como existían tantas opciones? ¿Porqué al parlamento no llegan los mejores?. Sencillamente porque para llegar a ser parlamentario se necesita muchísimo dinero del cual carecen hombres y mujeres que bien podrían representarnos con dignidad y altura, emitiendo leyes justas y convenientes y haciendo un control político al gobierno libre, limpio, honesto y equilibrado.

La circunscripción nacional para el Senado hace que aspirantes de otros departamentos pesquen votos en nuestras regiones que son costosísimos.

Debería eliminarse esa circunscripción nacional para los senadores y volver al sistema anterior de elegir un número determinado de ellos por cada departamento de conformidad con el número de votantes aptos que consten en los registros electorales regionales o con el número de habitantes conforme al último censo. Y la financiación de las campañas políticas debe asumirlas en su totalidad el Estado para hacer posible el derecho a la igualdad. Esa financiación debe ser oportuna para lo cual una norma obligaría a las entidades financieras a emitir crédito respaldado por el Estado para las campañas, con los naturales aseguramientos y responsabilidad de los aspirantes que se pagarían con los dineros de la reposición de votos.

Pero mientras llegar al Senado cueste por estos lares mil millones de pesos y hasta el doble en la Costa y unos 600 0 1.200 millones llegar a la Cámara de Representantes, los aspirantes a estos cargos de representación popular seguirán acudiendo a fuentes de financiación extrañas, ilegales e infinitamente dañinas para una democracia representativa, que es lo que estamos viendo.

Y no se me diga que hago Apocalipsis, que ni la tercera parte del Congreso está inmersa en el lío de la parapolítica y la farcpolítica. La Corte y la Fiscalía no llaman a versión libre o a indagatoria a un parlamentario sin tener toda la prueba necesaria para condenarlo. Esas entidades no hacer el oso de vincular a un proceso penal a un Senador o Representante para después soltarlo diciendo que era inocente. En la semana que pasó vincularon ya al senador presidente del Partido de la U y a un Senador y a una Representante de Nariño y según la revista Cambio y Rocío Arias hasta la mismísima Presidenta del Senado Nancy Patricia Gutiérrez, de Cambio Radical, se halla tocada de paramilitarismo. Ya pasamos de castaño a oscuro. Y la reforma política con su silla vacía es un inocuo paño de agua tibia. Tal parece que no será la silla vacía sino el parlamento vacío la terapia para extirpar el virulento cáncer de nuestra democracia que ha deslegitimado el Congreso.

Comentarios

  1. Excelente artículo. Yo agregaría que reforma política hecha por políticos jamás será una reforma. Lo ideal, aunque dicen que es un imposible constitucional, es clausurar el Congreso, nombrar una Constituyente y ésta designar a un comité de notables sin injerencia política (¡Qué difícil!)que elabore la propuesta que aprobará la Constituyente. Luego convocar a elecciones para que el pueblo... elija a los mismos con las mismas.

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